La Plaza Roja
«¡Moscú! Cuánto hay en este sonido…» escribió A. Pushkin en su novela «Eugenio Oneguin».
¿Quién todavía no ha visto la Plaza Roja? Al menos en una foto o en las noticias. ¿Por qué se llama «Roja»? ¿Puede ser, porque todos los edificios sean de color rojo? En absoluto. En el idioma eslavo antiguo, la palabra «roja» tenía varios significados, aparte de la definición del color, también es «hermosa», «importante» y «festiva». Es la plaza principal no sólo de Moscú, sino también de Rusia. Por un lado de la plaza está el murralla del Kremlin con la Torre de la Salvación, donde las campanas baten 12 veces el día de Año Nuevo.
Frente a la muralla del Kremlin está el edificio de GUM que fue en su momento la principal tienda del país. Es muy interesante entrar allí para ver los excelentes interiores, en la tercera planta hay un comedor curioso que recuerda a los tiempos soviéticos, y en la planta baja hay un baño elegante y muy lujoso, que se asemeja a los tiempos antes de la revolución.
También hay un lugar muy curioso en la Plaza Roja llamado «Lugar de las Frentes». Los turistas suelen pensar que allí se cortaban cabezas, mientras en realidad, en este sitio le reverenciaban al rey y se le suplicaban por algo.
La Catedral de San Basilio
Hacia el río Moscú, la plaza se termina con el templo de la Santa Virgen, también conocido como la Catedral de San Basilio, aunque en ruso en realidad se llama «La Catedral de Basilio Beato». Existen dos leyendas relacionadas con esta catedral. La primera explica el origen de su nombre. Había un joven en Moscú en la época de Iván el Terrible, con un don de videncia. Él vivió con todas las privaciones, lo cual en Rus antigua se llamaba la hazaña de la locura. El rey Iván el Terrible temía sus predicciones, lo veneraba. Se creía que las predicciones de Basilio se cumplían. Sus cenizas hasta ahora se encuentran dentro la catedral y ella misma adquirió el nombre del vidente.
La segunda leyenda cuenta la oscura verdad sobre la construcción del edificio. El rey Ivan el Terrible quería tener la catedral más hermosa del mundo, con este objetivo él invitó a realizar el trabajo a un arquitecto muy talentoso. Viendo la obra terminada, Ivan se quedó muy contento con el resultado, pero también preocupado: esta maravilla del mundo tenía que ser la única. Entonces el rey ordenó arrancarle los ojos al arquitecto para que no pudiese construir otra obra maestra en el futuro.
Moscú en Navidad
Moscú está maravillosamente decorada para los días festivos de la Navidad y Año Nuevo. Ya a principios de diciembre la capital no parece la misma, es casi irreconocible por tantas luces, colores, música, numerosos árboles de Navidad y adornos de todo tipo en la calle, fuera y dentro de los centros comerciales, en las vitrinas de las tiendas, en los edificios…
Es un espectáculo increíble que vale mucho la pena ver. Sin embargo, durante las vacaciones de Año Nuevo (del 1 al 9 de enero), hay tanta gente que quiere visitar la Plaza Roja y algunas calles cercanas, que se forma una cola bien grande. Esta plaza debe de ser la única en el mundo donde hay que hacer cola para entrar. Por lo tanto es mejor visitar Moscú antes del Año Nuevo, será suficiente una o dos semanas de anticipación.
Los moscovitas
En una megaciudad, suele haber un porcentaje muy pequeño de habitantes nativos. Esto no sólo se aplica a Moscú, sino a cualquier ciudad grande del mundo. Por lo tanto, es imposible unir a los moscovitas en un solo grupo. Hay muchas nacionalidades, visitantes, migrantes. A los locales, aunque sean pocos, también hay que tenerlos en cuenta.
A pesar de que en San Petersburgo también hay muchos turistas y emigrantes, la impresión general que dejan los habitantes de esta ciudad y de la capital es algo diferente. Los moscovitas son más nerviosos, más categóricos, siempre tienen prisa. Los desplazados vienen a conquistar la capital, y la conquistan. Alcanzan su objetivo en la mayoría de los casos.
Al visitar cualquier ciudad provincial, la diferencia en el comportamiento de la gente se notará más. Allí es donde las personas aman el pueblo en el que han nacido y viven. Mientras a los que vienen a Moscú les gustan sus logros, ellos adoran y aprecian lo que les da la vida en la capital, no la propia ciudad.
La impresión que puede llevar un viajero de los moscovitas depende mucho de con quién se encuentra en el camino: con un nativo de la capital o con alguien que sólo llegó a conquistarla. Aun así, en lo general, los rusos son buenos con los viajeros: siempre aconsejan, explican, ayudan dentro de lo posible.
Moscú es una ciudad antigua que tiene muchas caras. ¿Queda algo que no se encuentra aquí? Parques maravillosos, fincas antiguas, estaciones de tren fantásticas… ¿Y los edificios? Cada casa tiene su anécdota. La galería Tretiakov es la historia de la pintura rusa. El gran teatro espera a los espectadores y las entradas se pueden comprar por anticipado en Internet. No importa cuánto investigues de la capital, igual quedará un montón de cosas por descubrir.