Posiblemente a todos los viajeros les gustaría visitar los palacios subterráneos, como si visitasemos a la Señora de la Montaña de Cobre (la antogonista de un cuento famoso ruso). En Moscú es posible, sólo hace falta bajar en el metro. Es la forma más cómoda de transporte urbano, y a la vez es una obra maestra de la arquitectura. Cada estación tiene su propio estilo. Las ramas (o líneas) en el esquema se muestran de diferentes colores, y la gente suele explicar la ruta diciendo algo como: «te vas a meter en la rama roja».
Exactamente por la rama roja empezó el metro entero. Komsomolskaya representa las dos estaciones a la vez: circular y radial. Al subir de ahí se llega a la plaza Komsomolskaya que junta las 3 estaciones de tren: Yaroslavski, Leningradsky y Kazansky. De la manera no oficial se llama «la Plaza de Tres Estaciones». ¿Qué sucede aquí? La gente corre, nadie ve a nadie, todo el mundo tiene prisa. ¡Cómo no! Se puede llegar tarde al tren y luego hay que esperar un tiempo largo para poder volver a casa. Esto pasa porque muchos habitantes de la Región de Moscú estudian o trabajan en la capital. Así se ha formado. La enorme megaciudad dicta sus propias reglas y ritmo de vida.
Los vestíbulos de las estaciones están decorados con un hermoso mosaico que muestra a los trabajadores construyendo el metro. Los edificios de las estaciones de tren tampoco dejarán indiferentes a los aficionados a la arquitectura.
En Moscú hay 9 estaciones de tren en total y cada una tiene una estación de metro. Cada una está decorada con su propio estilo único. Merece la pena viajar, mirar y tomar fotos al menos de algunas de ellas. Sería una aventura inolvidable.
El metro puede llevarnos a la plaza de Pushkin hasta el monumento del famoso escritor ruso. Si caminas hasta el bulevar Strastnoy, se puede ver el monumento de Vysotski, el Museo de Arte Moderno y el Monasterio de Eminencia. Si paseas por el bulevar Tverskoy, te encontrarás con el teatro de Pushkin y llegarás hasta la fuente de la rotonda llamada «Natalia Goncharova y Alexander Pushkin» que está situada cerca del templo de la Gran Ascensión, donde se casaron.
Otra parada más y estarás en la estación de metro «Mayakovskaya». El vestíbulo está delimitado por el acero inoxidable – estricto, minimalista, justo a tenor del poeta Vladimir Mayakovsky. También vale la pena subir, pasar por la sala de conciertos Chaikovsky, el Teatro de Sátira, el Teatro de Mossovet, mirar al monumento de Mayakovsky, tal vez también entrar en «el Apartamento Malo» de Mikhail Bulgakov (novela «El Maestro y Margarita)…
El metro de Moscú es bastante grande y muy bonito. Es interesante tan sólo viajar hasta las estaciones más encantadoras, recordar a los escritores, a sus héroes: las estaciones Dostoevskaya, Chejovskaya, Gorkovskaya, Pushkinskaya y otras. También se puede caminar desde una estación hasta otra, por ejemplo, desde la estación Krasnye Vorota (ruso: «puertas rojas») hasta la «Chistyi Prudi» (ruso: «estanques limpios»), es una aventura maravillosa, porque la ciudad tiene que ser tocada con los pies.
Gracias al sistema de líneas reflejadas en el mapa e indicaciones en cada estación y pasillo, es muy difícil perderse en el metro de Moscú. Es más, en la capital de Rusia se hace mucho más fácil orientarse bajo tierra que sobre ella.
Es imposible venir una vez a Moscú y no utilizar el metro: aparte de garantizar la rapidez de movimiento por la ciudad, es todo un museo con su fascinante historia, salas adornadas, monumentos únicos y hasta muchas leyendas fantásticas.